Debido a estas épocas de crisis inventiva me he visto en la bochornosa y nada honorable necesidad de reencauchar algún material que desesperadamente buscaba en estos días con el fin de publicar lo que fuera, siguiendo las enseñanzas de muchos colegas bloggers que han emprendido una carrera despiadada por encabezar los parangones de popularidad entre los intelectuales efímeros del maravilloso mundo cyber-editorial. Y más que siguiendo los pasos, tratando angustiosamente de no dar más ventaja -y digo ventaja para tratar de mantener agónicamente mi autoestima competitiva-. Además ¿qué tiene de malo el reencauche? es más, no tiene nada malo, es más, si nuestros grandes referentes culturales -RCN y Caracol- lo hacen sin chistar, pues lo único que me queda por pensar es que esta es la tendencia, el paradigma, la luz que guiará la nueva forma de producir cualquier tipo de expresión humana. Sí, realmente lo estoy pensando no solo como una opción válida, sino como la mejor opción para publicar y publicar y publicar... así seguiré los pasos de intelectuales de la talla de Jorge Franco, y así cumpliré el sueño bastardo de ser igual de grande a él, lograr la grandeza que le ha dado la maravillosa publicidad a un personaje que ha consolidado su reconocimiento a punta de desplayar su talento, pero su talento para venderse, su talento para que sus despropósitos literarios sean el material perfecto para producir toda la basura audiovisual que consumimos como cerdos revolcándonos en nuestros residuos mediáticos. Ahora finge una solapada inocencia en cuanto a su nuevo éxito, afirmando su extrañeza por el interés repentino en comprar los derechos de su última novela para realizar una obra de teatro; su desfachatez tal vez solo fue evidente cuando me acerqué con curiosidad a ver los costos de la boletería. Bueno, pero esto no es un artículo, es simplemente un simulacro de presentación -prefiero perder mi tiempo en los despropósitos propios-.
Antes de dejarlos con una cantidad de basura mayor, para que pierdan más tiempo con mis divagaciones, y debido a que en estos días he estado expuesto a material muy diverso en distintos blogs, quisiera primero recomendarles que mejor lean cosas que valgan la pena como lo pude hacer con los blogs de mi colega lola krun (que aparece en mi abultada lista de seguidores). Pero si aún así son tan testarudos de no hacerlo, hagan como cualquier colega que al combinar las palabras "lapiz", "tinta" y un apellido de editorial mediocre en una URL, resultó logrando lo que haría el maestro Daniel Samper Pizano si le hubieran hecho una lobotomía frontal y solo le hubiera quedado su humor, pero su humor nasal. Lo único que espero es que por lo que he visto últimamente, el espacio de blogger, que ha ofrecido tantas cosas buenas, pero tanto desperdicio de energía no se vuelva un espacio exclusivo para los intentos por pensar de los ejecutivos de cuenta de las agencias de publicidad con nombres de personajes secundarios de novelas de caballería cervantinas. Pero gracias a este tipo de personajes me ha quedado muy buen sabor de boca -como el de la manteca del pastel de yuca tóxico que acabo de desayunar, que espero desaparezca mañana-, porque queda demostrado que absolutamente cualquier persona puede decir lo que quiera, en donde quiera, gracias a las facultades ultrademocráticas de la red, y que en consecuencia hay público para todo. La nueva consigna es "si eres analfabeta abre un blog".
LOATHING ROCK CITY
“You let me violate you
you let me desecrate you
you let me penetrate you
you let me complicate you...”
Esta es la tercera vez que salgo con Alicia... este año; llevo cinco años saliendo esporádicamente con esta mujer, y sigo sin sentir por ella más que unas insaciables ganas de tirármela. Otra vez pasó ese gato que no sé qué carajos hace entre las mesas de este maldito chuzo; lo único que hace es incomodarme más. Trato de ser cariñoso, y creo que a lo largo de este tiempo he logrado fingirlo muy bien. Alicia siempre cae, ¿o será que el que cae soy yo? Me da igual, de todas formas lo único que quiero es prácticamente satisfacer una necesidad biológica. Es así, sigo pensándolo y meditándolo, pero lo único que me produce es ese sentimiento de deseo enfermizo. A medida que pasa el tiempo ya creo que lo que siento no es sólo eso, sino odio. He ahí lo enfermizo: cada vez que la “bombeo” a lo largo de la noche estoy pensando al mismo tiempo en asesinarla... por lo menos en golpearla. Estamos sentados en el mismo chuzo de rock desde hace 5 años; podía ser en cualquier sector de la ciudad, pero es el mismo, siempre es el mismo. Pasa el tiempo y sientes que te sumerges en una burbuja que tiene el mágico poder de escabullirse del paso del tiempo. He llegado al punto de ni siquiera interesarme por la música que está de fondo, es simplemente un pretexto, el lugar es un pretexto.
Todavía no entiendo por qué Alicia sigue saliendo conmigo, no la trato bien -tampoco la trato mal-, ella sabe que sólo quiero “comérmela”, yo sé que ella no se siente bien ante esta situación, lo veo en sus ojos. Su mirada no irradia felicidad ni nada por el estilo. Me inquieta que teniendo ese buen par de tetas no pueda conseguir a alguien más, es extraño. Dejo de llamarla por meses y ella vuelve sin chistar; es más, entre más fría es la velada más sucio y poderoso es el sexo.
Estamos en el lugar más oscuro y alejado del bar -es el detalle típico que refleja que no es una situación totalmente cómoda- y lo único que me interesa de la figura que tengo arrinconada hacia las paredes de madera decoradas con los afiches de bon jovi y el de las estrellas del metal es lo que brota con ganas de estallar de ese escote de la blusa negra que se vuelve un símbolo de la repetición de un círculo vicioso que en últimas es un sacrificio tedioso en una búsqueda casual de un fin ya conocido por los actores, ya que ni siquiera me interesa tener un tema de conversación; todo transita en medio de alejados ¿cómo va todo?, ¿cómo te ha ido en el trabajo?, ¿sigues viviendo allá? y una serie de temas que no se prestan para una charla de más de 10 minutos.
Por fin la una y media de la madrugada.
“I wanna fuck you like an animal, I wanna feel you from the inside, I wanna fuck you like an animal...”
Eso fue todo. Por fin salimos del prerrequisito necesario para poder consumar el único interés que me ha estado llevando a este ritual durante todo este tiempo una y otra vez. Entre forcejeos e insistencia durante unos minutos, logro casi que rogando que sigamos la “fiesta” en un ambiente más “privado”. En la intimidad todo se cubre de una energía en la que lo único que se puede e interesa sentir es la carne. Igual para ser sinceros si Alicia tiene algo a su favor en este momento es que sin mover un dedo ese cuerpo tiene la capacidad de invocar toda la suciedad que solo se producía en mi mente para que se materializara a partir de mi cuerpo. La luz se filtra por un leve espacio que se parte en medio de las cortinas y en ese momento, mirando ese cuerpo que me pregunto cuál sería la diferencia si estuviera despierto, caigo en cuenta en el hecho de que durante mucho tiempo todas estas mañanas han sido la resaca más de una batalla que de una noche de sexo -a pesar de que la diferencia sea muy tenue... si la hay-, una batalla en la que deseo destruir a mi enemigo, pero lo olvido porque tengo el presentimiento de que nos vamos a volver a encontrar en el camino. Queremos salir de allí lo más rápido posible, no hay un intercambio de una mínima muestra de cariño en ningún momento, cruzamos la calle como dos desconocidos que siguen una ruta paralela, tomamos un taxi, siguen los grandes lapsos de silencio, musitamos algunas frases en busca de algo de una fingida cordialidad, dejo a Alicia en su casa casi sin mirarla a la cara, llego a mi hogar, me recuesto en mi cama y después de este paréntesis todo sigue igual.
“Why don't we do it in the road? Mm, No one will be watching us, Why don't we do it in the road?”
Eran las ocho y quince de la noche y Dionisio ya no sabía donde más esperar, lo único que quería era concretar su cita. Por fin decidió tomar un bus -igual la idea era tomar el que más vueltas diera para no tener que esperar a esa vieja-. Como raro Dionisio examina a todos los pasajeros del bus para ver si hay buen “materialito” para este viaje. Efectivamente en el último puesto hay un personaje apetitoso, debido a su combinación entre una exagerada exuberancia combinada con un estilo decadente y saturado -la cotidianamente denominada “gata nocturna”-. Dionisio se sienta con un aire de falsa indiferencia en el puesto del medio, quedando a una distancia precisa para acceder al contacto visual perfecto para emprender un juego que se balancea entre una fantasía momentánea y una ridiculez ilusa, miradas escondidas, y lo peor del caso es que se genera la idea de correspondencia por parte de la mujer seleccionada.
Buenas noches damas y caballeros, espero me disculpen los pasajeros que estaban conversando, durmiendo o meditando...
El incómodo vendedor desplazado de Lourdes efectivamente se volvió algo incómodo en el momento del cortejo mental de Dionisio, y no contento con esto, mientras el tiempo de viaje se acortaba, el hippie salido de Tumaco le entregaba a todas las damicelas presentes un mamarracho de alambre, acompañado de un poema improvisado -¡Qué desgracia este émulo de artista mamerto... me jodió!- -¡Qué clásico... le entregó un caballito de mar a la niña de los ojos más expresivos y profundos de cualquier bus que haya visitado!
Y para el joven... -¿Ahora qué? ¡maldita sea!- el mejor amigo del hombre: ¡EL PERRO!
Suena el teléfono, Alicia ya llegó hace media hora y Dionisio no puede perder este papayazo. Sale corriendo y mientras se baja del bus se le cae la foto del paseo familiar a las Piedras del Tunjo en el cumpleaños de Emilio, acompañado de su otra hija y su esposa Penélope.
- “...and youuu shook me all night long, yeah youuu shook me all night long...”
martes, 23 de febrero de 2010
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